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¿Tu papá y tu novio se llevan mal?





Regresé a mi blog. He estado bastante ausente, pero siempre seré La Daniela de aquí. Este es mi nido. Esto me hace feliz.
Volviendo a la pregunta sensacionalista del título, si la respuesta es sí, entonces es momento de leerme. Y si no, si tu papá y tu novio se llevan de maravillas, también léeme. Te divertirás. 

En mi adolescencia, mi papá nunca me habría aceptado un novio. Aunque era súper consentidor, si se trataba de muchachos, sacaba un carácter de los mil demonios. Claro está, yo tampoco fui la más rebelde del mundo. Fui tranquila. Los padres usan psico-terror para evitar que sus hijos hagan cosas que a ellos no les agradan. Yo siempre les comí el cuento de que si tenía un novio, lo iban convertir en carne de parrilla. Lo peor de todo, yo estaría allí viendo cómo se comían al chico.  ):

Una vez finalizada esa etapa, y ya en la universidad, las cosas cambiaron. Preguntas como: “¿Y cuándo traes al novio?” se hicieron frecuentes. Eso sí, cuando el viejito hacía esas preguntas yo no tenía ninguna relación.

Todo se volvió más serio cuando Sebas y yo comenzamos nuestro romance. Intensa como soy y derretida a mil por mi moreno, quise que toda mi familia lo conociera. El cumpleaños de mi sobrina se acercaba, mi papá obviamente estaría allí, y yo, yo no dudé en invitar a Sebastián para que conociera a su peculiar suegro. 

Mi papá nunca toma bebidas alcohólicas, pero ese día le dio por dárselas de social y se tomó unas cuantas cervezas. Cuando Sebas llegó a la fiesta, escoltado por su primo, mi papá le dio la mano y arrojó un dulce comentario: “Ah, tú eres al que vamos a enterrar vivo”. Sebastián, por su parte, tragaba grueso para disimular el susto.

Yo, de ingenua, pensé que esa sería toda la escena. Como una buena tía que se respeta, al momento de la piñata, me dispuse a alentar a mi sobrina: “dale, dale, dale a la piñata”. Sebastián miraba desde lejos. Y mi papá, ni corto ni perezoso, avanzó. 

—Mira, te digo una cosa, quien se ha metido con mi familia está tres metros bajo tierra —dijo tomando a Sebas por el brazo.

Esto, sin duda, se lleva el premio al comentario más ridículo, porque ese viejito panzón no ha enterrado en su vida ni a un clavo. 

Sebas, sudando frío, no hizo nada. Eso sí, me reprochó el incidente y, esa primera vez, mi papá le cayó como una patada en el hígado. 

Haciéndome mis dramas, pensé que ellos dos jamás se la llevarían bien, que se odiarían por el resto de la vida y que todo terminaría con un duelo de vaqueros. 

La realidad fue muy diferente. Sebas pasó sus primeros carnavales en mi casa y él y mi papá limaron asperezas, si es que en verdad las hubo. Con el tiempo, nos enteramos de que Héctor, un primo bastante chalequeador y quién también estaba en ese cumpleaños, había puesto su respectivo casquillo para reírse un rato del muchacho novato en cuanto a tratos con el suegro. 

Hoy en día, mi papá pregunta más por Sebas que por mí. Ambos se tienen bastante cariño, y cuando alguno se pone fastidioso, existe la confianza para un “viejo, no fastidies” o “Sebis, deja la vaina”.
Todo salió bien, y era de esperarse, ambos son buenos seres humanos. Si tu papá y tu novio no se agradan y ya llevan tiempo así, seguramente, alguno de los dos está metiendo la pata. 

¿Hay razones válidas para que dos personas se caigan mal? Sí, las hay. Y todo comienza cuando una de esas personas irrespeta a la otra. Por ejemplo, si tu novio se emborracha y conduce borracho para llevarte a la casa, no te sorprendas cuando tu papá comience a molestarse. Está poniendo en peligro tu vida y tú, aunque ya seas grande, eres su hija.

Si por el contrario, tu papá hace comentarios despectivos y burlescos a tu novio, no te extrañe que tu chico un día de estos le lance un zapato en la cabeza.
La clave para evitar tanto conflicto, y haciéndole honor a mi carrera, es la comunicación. Sí, las personas tienen que aprender a decir las cosas que les agradan y las que no. No logramos nada guardándonos sentimientos negativos. Ponte en el lugar de la otra persona por un momento e intenta comprenderle.  

Sé objetiva. Si llegase a pasar que tu pareja y tu papá andan como perros y gatos, manifiéstales que la situación significa una pesadilla para ti y deja en evidencia a quien tenga la mayor responsabilidad de que la fiesta no se lleve en paz.
Este tema también aplica para esas madres y nueras que no se soportan. Por mi parte, yo fue privilegiada y agradezco mucho a los suegros que tengo. 

¡Adiós!

Si me lees a las cuatro, comenzaré a ser feliz desde las tres. Muchas gracias por pasarte por aquí. Muchos besos a todos.  #LaDanieladeaqui 

En Instagram: @soydanielacolmenares
Para más escritos, @danielawrites y@danielawritesforkids  


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